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EL PRIMERO – NACIMIENTO DE UNA LEYENDA

EL PRIMERO – NACIMIENTO DE UNA LEYENDA

Un objeto nunca nace por casualidad: representa el fruto de una época. Surge de las costumbres de su tiempo, y en ocasiones, incluso se anticipa a ellas. Los objetos nacidos de modas pasajeras rara vez perduran. En cambio, aquellos creados con visión de futuro, como el movimiento El Primero, están destinados a trascender.

El movimiento El Primero fue lanzado el 10 de enero de 1969, tras siete años completos de desarrollo. A comienzos de los años sesenta, el contexto de la relojería ya no favorecía a los cronógrafos de cuerda manual. Los usuarios preferían movimientos automáticos que no requerían manipulación diaria. La modernidad exigía eficiencia, y girar una corona cada mañana parecía cosa del pasado.

El auge económico del periodo conocido como “Los Treinta Gloriosos” impulsó el consumo masivo, el progreso tecnológico y una confianza ciega en la ciencia. En este clima de optimismo, Zenith decidió marcar el centenario de su manufactura con una revolución: crear el primer cronógrafo automático de alta frecuencia.

Mientras otras casas planeaban añadir un módulo automático a calibres existentes, Zenith apostó por una solución integral y completamente nueva. Entre 1966 y 1967, la dirección decidió desarrollar un movimiento que vibrara a 36.000 alternancias por hora (5 Hz), con capacidad para medir décimas de segundo.

Esta decisión exigió un rediseño total de la estructura del cronógrafo. Gracias a una mejora en las herramientas de prensa y una reducción en las tolerancias de fabricación, El Primero fue el primer movimiento cronógrafo listo para ser ensamblado directamente, sin necesidad de ajustes artesanales previos. Una auténtica revolución industrial en la relojería.

Zenith también aplicó tratamientos innovadores como el disulfuro de molibdeno, utilizado por primera vez en relojería, para minimizar el desgaste y mejorar la fricción entre componentes. El resultado: un movimiento preciso, duradero y robusto.

La competencia era feroz. Zenith-Movado, Seiko y el grupo Chronomatic (Hamilton-Buren, Breitling, Heuer y Dubois Dépraz) buscaban lanzar el primer cronógrafo automático. Pero fue Zenith, en una conferencia de prensa celebrada en Le Locle el 10 de enero de 1969, quien presentó oficialmente El Primero: el primer cronógrafo automático de alta frecuencia integrado del mundo.

Además de su rendimiento, el nombre elegido marcó un hito. En otoño de 1968, se optó por el nombre “El Primero”, que significa “el primero” en español. Su sonoridad dinámica y comprensión universal reflejan el carácter pionero de este calibre.

El El Primero no solo simbolizaba el futuro de la relojería: fue lanzado el mismo año en que el hombre llegó a la Luna y se estrenó 2001: Odisea del Espacio. Representaba el espíritu de una época decidida a conquistar el tiempo… y el espacio.

CAPÍTULO 2: EL GRAN SECRETO

Para comprender el destino del movimiento El Primero en los años 70, hay que retroceder 11 años antes de su nacimiento.

En 1958, Gérard Bauer fue nombrado presidente de la Federación de la Industria Relojera Suiza. Aunque no venía del mundo relojero, tenía una visión clara: la electrónica —que comenzaba a desarrollarse en Estados Unidos desde 1948— tendría un papel crucial en el futuro de la relojería. Logró convencer a los relojeros suizos de unir fuerzas y crear el Centre Electronique Horloger (CEH), el mismo año en que la marca estadounidense Bulova lanzó el Accutron, el primer reloj electrónico con un diapasón vibrando a 360 Hz como órgano regulador.

El CEH fue fundado oficialmente el 20 de enero de 1962, liderado por Roger Wellinger, proveniente de General Electric. La investigación sobre cuarzo se mantuvo en estricto secreto bajo el proyecto “Beta”, completado en agosto de 1967. En noviembre de ese mismo año, diez modelos “Beta 2” participaron en la Competencia de Cronometría del Observatorio de Neuchâtel, ocupando los diez primeros lugares, por encima de los relojes de Seiko.

Sin embargo, en diciembre de 1969, Seiko se adelantó y lanzó al mercado el Astron-35 SQ, el primer reloj de cuarzo del mundo, pocos meses después del lanzamiento de El Primero. En 1970, 16 marcas suizas crearon un consorcio para comercializar relojes de cuarzo con el calibre Beta 21. Zenith también formó parte de esta aventura.

A pesar de estos desarrollos, el verdadero peligro para El Primero no vino de la competencia externa, sino desde dentro. El 28 de mayo de 1971, la compañía fue vendida a Zenith Radio Corporation, un fabricante estadounidense de radios y televisores con sede en Chicago. El holding MZM (Mondia Zenith Movado) fue disuelto, y a partir del 21 de junio de 1972, la firma pasó a llamarse Zenith Time SA, bajo control total de la dirección estadounidense.

En esos años, aunque El Primero seguía apareciendo en los catálogos, sus ventas disminuyeron drásticamente. El auge del cuarzo desplazó a los mecanismos automáticos. Como resultado, surgieron modelos Zenith con El Primero en cajas desproporcionadas, similares a las de los relojes electrónicos Beta 21.

La estética funcionalista de décadas anteriores fue sustituida por un diseño futurista y espacial. Aparecieron cajas redondeadas, gruesas, como la referencia AH 781, seguida por otras que evocaban pantallas de televisión, justo cuando el televisor ganaba protagonismo en los hogares, marcando una nueva manera de “conquistar” el mundo desde el living.

1974 marcó un quiebre total: Zenith empezó a reducir la producción y ya no había nuevos diseños El Primero en sus catálogos. En plena crisis relojera, los administradores estadounidenses decidieron detener la producción de movimientos mecánicos en 1975, y en 1976, ordenaron destruir todo el inventario de herramientas y maquinaria necesarias para fabricar El Primero.

Y aquí aparece el héroe de esta historia: Charles Vermot.

CAPÍTULO 3: RENACIMIENTO

La historia del renacimiento de El Primero parece sacada de una novela. Tiene todos los ingredientes de una leyenda: adversidad, justicia, convicción, desobediencia… un héroe, un final feliz y una pizca de magia.

En 1976, cuando Charles Vermot, jefe del Taller 4, decidió esconder las herramientas necesarias para fabricar el calibre El Primero, demostró una valentía y visión extraordinarias. “Estaba dispuesto a jugarme la vida con la convicción de que algún día volveríamos a producir este cronógrafo”, confesó en una entrevista para la televisión suiza RTS en 1991.

Quienes visitan hoy el famoso altillo donde escondió las herramientas pueden sentir la fuerza de su intuición. Allí permanecieron las más de 150 prensas, herramientas de corte, levas, planos técnicos y matrices especiales que salvó con la ayuda de su hermano Maurice Vermot, también empleado de Zenith y encargado de las prensas.

Actuando de noche, en secreto absoluto, Charles trasladó todo el equipo a un edificio aislado dentro del complejo de 18 estructuras de la manufactura en Le Locle. Para evitar ser descubierto, selló con una pared el acceso al altillo donde lo almacenó todo. No solo preservó la herramienta física, sino también el saber hacer relojero que de otro modo habría desaparecido para siempre.

Estas prensas estaban diseñadas exclusivamente para producir El Primero. Su valor rondaba los 40.000 francos suizos por unidad en esa época. Si todo ese equipo hubiera sido destruido, como ordenó la administración estadounidense, el costo de reconstruirlo habría superado los siete millones de francos. Una suma inasumible para una marca en crisis. Gracias a Charles Vermot, Zenith aún existe hoy.

Para 1978, Zenith fue vendida por Zenith Radio Corporation a un consorcio de fabricantes suizos liderado por Paul Castella, dueño de Dixi, una empresa especializada en herramientas de precisión y maquinaria relojera. Castella era una figura respetada en Le Locle y profundamente comprometido con la preservación del empleo local. Aunque Zenith aún estaba lejos de recuperarse, por fin estaba en manos de alguien que entendía y amaba la industria relojera.

CAPÍTULO 4: LA REVELACIÓN DEL MOVIMIENTO

El relanzamiento de El Primero es una historia tan extraordinaria que cuesta creer que sea real. Pero gracias a la determinación de Charles Vermot, el movimiento volvió a ver la luz.

Luego de la adquisición por parte de Dixi en 1978, Zenith recuperó cierta estabilidad, aunque su naturaleza cambió: ahora era también proveedor de movimientos para otras marcas importantes. Dos de ellas fueron claves en el renacimiento de la manufactura: Ebel y Rolex.

En plena era del cuarzo, cuando todo indicaba que los cronógrafos automáticos estaban condenados, Pierre-Alain Blum, presidente de Ebel, quiso lanzar un cronógrafo automático con un movimiento ejemplar para su catálogo de 1981. Compró varios calibres El Primero de los antiguos stocks de Zenith. Pero aquello no fue suficiente para justificar la reanudación completa de la producción.

Entonces apareció Rolex. Buscaba modernizar su modelo Daytona con un calibre fiable. El Primero era perfecto: un cronógrafo automático de gran precisión, con disposición de contadores a las 3, 6 y 9 horas. Solo requería ser ajustado a 28.800 alternancias por hora (4 Hz), la frecuencia estándar de Rolex.

Las negociaciones comenzaron en 1984, pero había un obstáculo: Zenith no tenía los medios para reiniciar la producción. El costo estimado superaba los siete millones de francos suizos. Fue entonces cuando alguien recordó el gesto de Vermot. Todo lo que había escondido —prensas, planos, herramientas— estaba intacto, perfectamente clasificado y etiquetado.

El equipo técnico fue en busca del “salvador” y le pidió que revelara su tesoro oculto. Gracias a su meticuloso archivo y organización, la producción se reinició rápidamente. En 1988, Zenith comenzó a entregar movimientos El Primero a Rolex, que ese mismo año presentó su nuevo Daytona con corazón Zenith en Baselworld.

Pero eso no fue todo. Zenith también relanzó la producción de relojes propios con su icónico movimiento, recuperando su estatus de verdadera manufactura.

El Primer se había salvado. Pero ahora, había que contar su historia… y volver a enamorar al mundo.

CAPÍTULO 5: RECONOCIMIENTO

Cuando LVMH adquirió Zenith en 1999 —operación que se concretó en 2001— comenzó un nuevo capítulo en la historia de la marca y del movimiento El Primero: una trayectoria ascendente hacia las estrellas.

A fines de los años 90, los grandes grupos de lujo comprendieron el valor de desarrollar divisiones relojeras propias. El público redescubría la relojería mecánica y buscaba autenticidad, legado y excelencia técnica. Adquirir marcas con historia, manufactura propia y potencial era una prioridad.

Zenith tenía todo eso:


Una manufactura completa con capacidad de producir sus propios calibres,
Un legado extraordinario,

Movimientos legendarios como El Primero,
Y un enorme potencial de desarrollo.

Varios grupos estaban interesados, pero fue LVMH quien logró la adquisición.

Uno de los primeros desafíos fue el uso del nombre “Zenith” en el mercado estadounidense, que aún pertenecía a la firma de televisores Zenith Radio Corporation. Tras negociaciones, en 2001, se alcanzó un acuerdo: LVMH obtuvo los derechos a cambio de una compensación. Zenith ya podía despegar sin restricciones legales.

Con el respaldo de un grupo experto en marketing de lujo, Zenith tenía ahora la oportunidad de brillar con luz propia, como lo sugiere su icónico símbolo: la estrella.

La nueva dirección instaló una política clara: eliminar la palabra “imposible” del vocabulario de la manufactura. Zenith debía recuperar su lugar en la cima de la alta relojería suiza.

Ya legendario, el movimiento El Primero debía ahora ser también deseable. Bajo la dirección de LVMH, comenzaron a incorporarse complicaciones relojeras de alta gama:

  • En 2004, se añadió un tourbillon al calibre, presentado en el modelo Grande ChronoMaster XXT Tourbillon, tras 3 años y medio de desarrollo. Fue el primer tourbillon de alta frecuencia del mercado.

  • Luego vino el calendario perpetuo con el Grande ChronoMaster XXT Perpetual Calendar.

  • En 2005, se introdujo un repetidor de minutos en el modelo Class Traveler, con 30 patentes presentadas para su desarrollo.

  • Finalmente, en 2007, se lanzó un reloj que combinaba tourbillon y calendario perpetuo dentro de la línea Academy.

El Primero demostraba no tener límites.

A partir de 2003, el movimiento comenzó a revelarse no solo por el fondo de zafiro, sino también por el lado de la esfera, gracias al modelo ChronoMaster Open, que dejaba ver el corazón del reloj latiendo a 36.000 alternancias por hora. El movimiento, literalmente, se convirtió en una estrella visible.

También se diseñaron versiones femeninas, como el Star Open de 2004, con una apertura en forma de corazón. Zenith entendió que las mujeres del siglo XXI ya no buscaban relojes reducidos a estereotipos, sino piezas que reflejaran poder y personalidad.

En 2005, se lanzó el Starissime, un tourbillon específicamente diseñado para ellas.

La marca captó intuitivamente los códigos de un nuevo siglo marcado por la globalización, la visibilidad digital y las redes sociales emergentes. Zenith se adaptó, sin traicionar su historia, con la ambición de convertirse no solo en una manufactura… sino en una “marca amada” por generaciones.

CAPÍTULO 6: HACIA LA PRECISIÓN ABSOLUTA

En esta última década, hemos sido testigos de fenómenos contradictorios que a menudo escapan a nuestra comprensión. El concepto de “paso del tiempo” requiere ajustes constantes. Nunca antes habíamos llenado nuestro tiempo con tantas tareas, distracciones y estímulos… y, paradójicamente, nunca habíamos hablado tanto del “aquí y ahora”.

La popularidad de obras como El poder del ahora de Eckhart Tolle refleja cómo este presente esquivo se ha vuelto un componente esencial en nuestra búsqueda de bienestar. Entre el frenesí y la introspección, nuestra era demanda inmediatez, adaptabilidad y significado.

Ante esta nueva percepción del tiempo, ZENITH decidió ofrecer a sus clientes la posibilidad de “ver” el presente. En 2010, lanzó el El Primero Striking 10th, el primer cronógrafo automático capaz de mostrar décimas de segundo con su aguja central completando una vuelta al dial cada 10 segundos.

Este reloj capturó el espíritu de una década dominada por la inmediatez, la hiperconexión y la cultura visual de plataformas como Instagram, también nacida en 2010. Un “like” toma solo una fracción de segundo. Y El Primero Striking 10th simboliza exactamente eso: precisión, velocidad y emoción instantánea.

Pero ZENITH no se detuvo ahí.

En 2017, presentó el revolucionario Defy El Primero 21, capaz de medir una centésima de segundo gracias a un movimiento que late a 50 Hz, es decir, 360.000 alternancias por hora. Su aguja de cronógrafo central da una vuelta completa al dial en solo un segundo. Con esta hazaña, ZENITH entró oficialmente en la era de la ultra precisión mecánica.

Ese mismo año, lanzó el innovador Defy Lab, equipado con un oscilador monobloque de silicio monocristalino que reemplaza el tradicional espiral inventado por Christiaan Huygens en 1675. Este oscilador vibra a 18 Hz, y representa una revolución en la regulación del tiempo mecánico.

Esta tecnología es fruto de años de investigación y desarrollo dentro del grupo LVMH, y fue transferida a la manufactura de la estrella guía, reconocida por su récord histórico de 2.333 premios de cronometría.

El futuro de ZENITH continuará por este camino: innovación constante, superación de los límites técnicos y búsqueda de una precisión mecánica sin precedentes.

¿Será posible que algún día El Primero mida milésimas de segundo?

Por ahora, volvamos al presente. Este movimiento legendario celebra 50 años de historia. A los 50, es tiempo de reinventarse, de aceptar nuevos desafíos. Porque cuando tienes 50 años… sigues siendo joven si tienes visión.

Para conmemorar esta ocasión, el movimiento El Primero fue rediseñado:

  • Menos componentes

  • Mayor reserva de marcha

  • Incorporación de parada de segundero

  • Conserva su estética, frecuencia y embrague lateral

  • Modularidad para incluir función flyback o visualización de décimas solo cuando se desee

Quienes trabajan con este calibre día a día lo describen como un movimiento con alma.

Como dijo uno de los relojeros de la manufactura:


“El Primero lleva bien su nombre: es el primero en todo. El primero en precisión, en vibración, en elegancia técnica. Es un orgullo trabajar con él. Es completo, es noble, y es hermoso. El Primero es Zenith, y Zenith es El Primero.”

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